lunes, 1 de agosto de 2011

EL CORREO ILUSTRADO

EL CORREO ILUSTRADO

¿HOMENAJE?

Señor cardenal, lo que se siembra se cosecha, la mejor manifestación en contra de su homenaje llevado a cabo por la autoridades estatales, no fueron las expresiones de rechazo por los ciudadanos que se expresaron frente al Teatro Degollado, haciendo uso de su derecho y pidiendo respeto al Estado laico en que vivimos según nuestra Constitución que en su artículo 40 dice: “Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una república representativa, democrática, laica, federal, compuesta de estados libres y soberanos”. Y además, protestando por utilizar recursos públicos para ello.

La verdadera manifestación en su contra fue el mirar las miles de sillas vacías que se colocaron sobre la explanada de la Plaza de la Liberación, para los católicos humildes, los cuales nunca llegaron, solamente 400 de cinco mil que esperaban y algunos de ellos turistas que tan sólo iban de paso. ¿Qué piensa de esto, señor cardenal? ¿Será porque no se sienten representados por usted?

Pero eso sí, al interior del Teatro Degollado, sin duda estuvo feliz, porque ahí estaban mil 500 personas, entre ellas la élite política con quién se identifica muy bien y que tienen sus mismas ideas, como por ejemplo combatir a candidatos a la presidencia de la república que no le son afines a usted; el calificar como aberrantes a personas con preferencias sexuales diferentes a la heterosexualidad; atacar a quienes proclaman el respeto a los derechos humanos. Teniendo un deseo común manifiesto entre usted y ellos: el de regresar a nuestro estado a la Edad Media.

Compartió además junto a los magnates del poder económico con los que usted se siente bien y hasta juega al golf, a pesar de lo que mencionó usted mismo en alguna ocasión: “no hay rico que sea honrado, trabajando nadie se hace rico. Si así uno se hiciera rico, los burros serían los más ricos”. Recuerde señor cardenal el siguiente texto sagrado: “es más fácil es que un camello pase por el ojo de una aguja, a que un rico entre en el reino de Dios” (Mateo 19:24).

Por esto su religión pierde poco a poco fieles, en el 2000 se declaró católico el 87 por ciento de los habitantes de nuestro país; según el censo del 2010, 82.71 por ciento, es decir, en 10 años se registró un descenso del 5.83 por ciento. Por ello es muy significativo y simbólico tantas sillas vacías que se quedaron conversando con el aire, en esa enorme plaza y que lleva el nombre de Liberación; hoy nos liberamos de usted, qué bien que se va, hasta por su iglesia.

Jaime Arias Amaral

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